Escuchando a Dios por encima del ruido de fondo

“Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor.” Salmo 34:15

Aquí hay un pensamiento de A.W. Tozer, La Búsqueda de Dios:
“La realidad es que Dios no calla, nunca ha callado. Es la naturaleza de Dios hablar.”

Amigas, los últimos dos años han sido difíciles para mi familia y para mí. Hemos vivido situaciones más difíciles en tan poco tiempo de lo que hubiera imaginado, y esto me ha llevado a una conclusión: somos corderos en medio de lobos. No tenemos defensa humana contra los poderes del infierno que nos atacan, por lo que debemos confiar plenamente en Dios. Pero, ¿cómo se ve eso cuando llegan los tiempos difíciles, las emociones nublan nuestro juicio y ninguna de nuestras opciones parece suficiente?

¿Cómo discernimos la voz del Espíritu Santo del ruido de fondo de la cultura y el egoísmo? La respuesta es la oración y el ayuno fervientes, apasionados y fieles. La Biblia nos instruye a orar por todo, no solo por las decisiones obviamente importantes (Filipenses 4:6). Nunca se sabe cuándo Dios tiene grandes planes para algo que parece insignificante. Tu Padre quiere vivir la vida contigo cada día; quiere ser tu confidente, el primero a quien recurres con noticias emocionantes, así como con problemas complicados. ¿No es reconfortante imaginar a tu Padre Celestial, la personificación del amor y la gracia, contigo constantemente, guiándote en cada decisión? Él está aquí, pero necesitas apoyarte en Él para experimentar Su presencia y provisión.

Aquieta tu mente y escucha la voz apacible y delicada dentro de tu corazón (1 Reyes 19:12). Tienes el poder de Dios en ti; ¡acéptalo y vívelo! (Romanos 8:11). No vivas como quienes tienen cierta piedad pero niegan su poder (2 Timoteo 3:5). A veces estamos demasiado cerca de una situación como para dejar de lado nuestras emociones y deseos el tiempo suficiente para escuchar a Dios; y, en este caso, es útil contar con la opinión de consejeros piadosos y de confianza. Mateo 18:20 confirma esta verdad: “Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” ¡Qué imagen tan maravillosa: reunirse en oración en torno a Dios!

Busca mujeres piadosas que estén más adelantadas que tú en la vida, en madurez espiritual o en la etapa de crianza. Consultar con amigas y mentoras proporciona una valiosa perspectiva externa y a menudo confirma lo que Dios te dice, pero ten cuidado de no chismear ni desahogarte. Mantén la conversación positiva, centrándote en verdades bíblicas atemporales en lugar de la sabiduría convencional y mundana.

Luego hay momentos en que el mundo es tan persuasivo y nuestros deseos tan fuertes que el camino correcto no está muy claro, incluso después de una oración ferviente. Es entonces cuando el ayuno es más útil. Combinar la oración con el ayuno ayuda a eliminar el ruido de fondo de nuestras vidas para que podamos centrarnos en Dios. No se trata de una fórmula especial para “ver en la bola de cristal de Dios”, sino de una manera de despejar nuestra mente y abrir nuestro corazón a Su voz.

Solía evitar el ayuno porque mis problemas de azúcar me lo impedían, pero desde entonces he aprendido que hay muchas maneras de ayunar. La esencia del ayuno consiste en abstenerse de distracciones, no necesariamente de comida. En la época del Antiguo Testamento, alimentar a la familia era mucho más laborioso que ahora. Había que cosechar o sacrificar la comida, cocinar desde cero sin microondas ni olla instantánea y lavar todos los platos a mano. ¡Uno de los beneficios de dejar de comer era que añadía horas al día!

¿Qué puedes eliminar de tu rutina para dedicarle más tiempo a Dios? Intenta apagar la televisión durante la semana o pasar un día sin contestar llamadas, mensajes, correos electrónicos ni redes sociales. Luego, dedica ese tiempo extra a Dios; no lo desperdicies. Dios bendijo a Jacob por luchar con el ángel (Génesis 32:22–32) porque sabe que quienes luchan—quienes se esfuerzan al máximo por buscar a Dios, Sus bendiciones y Su guía—lo encontrarán.

La oración es una forma de integrar a Dios en cada aspecto de nuestros pensamientos y vidas; el ayuno es un método práctico para profundizar esa relación de oración con Dios. Él es capaz de mucho más de lo que puedas pedir o imaginar, así que no te rindas; sigue buscando y ten fe (Efesios 3:20).

Con bendiciones y amor,
Heather Doolittle y el equipo del Club de Ayuda para Mamás


Preguntas para reflexionar

  • ¿Oras por todo? Sé honesta contigo misma. Pregúntale a Dios cómo puedes vivir una vida más devota y en sintonía con Él.

  • ¿Qué puedes ayunar para tener más tiempo y enfocarte en Dios?

Ideas llenas de fe

Planifica un día o dos de ayuno en las próximas semanas y determina con antelación las condiciones de tu ayuno. Esto te ayudará a ser firme, ya que te sentirás tentada a ceder cuando llegue el momento. Pensamientos como “revisar el correo no cuenta como medios” o “beber un poco de jugo no es comer” te vendrán a la mente durante el ayuno. Planifica con antelación para reservar tiempo extra para orar y aprovecharlo al máximo.

El ayuno ofrece una excelente oportunidad para compartir tu fe con tus hijos, ya que es una expresión física de tu vida de oración. Explícales lo que estás haciendo y pídeles que te ayuden a perseverar (pueden ayudarte a preparar sus propios almuerzos si estás ayunando comida, o apagar la televisión si estás ayunando de otra cosa).

Quizás quieran acompañarte dejando de ver pantallas o de comer dulces por un día, pero no los presiones. No puedes obligar a nadie (ni siquiera a tus propios hijos) a acercarse a Dios. Ellos pueden aprender observándote.

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Raquel Brenes
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