“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré.”
— Salmo 91:1-2 (RVR1960)
Esta mañana miraba por la ventana hacia mi jardín delantero. Aquí en el noreste de Ohio acabamos de recibir otras 14 pulgadas de nieve, así que el suelo está cubierto por una gruesa manta blanca. La nieve es como un regalo envuelto que solo la primavera puede abrir. Espera pacientemente para revelar toda la belleza grabada que vive debajo, anhelando salir a la luz.
Esto me hizo pensar en todas mis plantas perennes que están enterradas bajo la tierra fría y dura. Los bulbos todavía están allí, en esta estación de reposo. Están trabajando en silencio, creciendo y desarrollando sistemas de raíces más grandes y profundos—preparándose para el momento y la temporada correcta para salir de su escondite y florecer.
Algunas de ustedes sienten que han estado orando por algo: una necesidad, una petición, una sanidad, un sueño… pero aún no ha sucedido. Y piensan que ya está muerto.
Pero queridas hermanas, estoy aquí para decirles que no está muerto; solo está durmiendo.
Es fácil adorar a Dios en la gloria y los colores vibrantes de la primavera, cuando los rayos dorados del sol acarician tu rostro. Pero, ¿puedes confiar en Él en el frío y gris invierno, cuando el sol se esconde por días y el viento golpea tus mejillas?
Mamás, permitan que Dios las prepare para aquello por lo que han estado orando. Permanezcan cerca de Él, oren, lean Su Palabra y déjenlo obrar mientras esperan. Dios está haciendo cosas milagrosas en lo secreto para que ustedes puedan seguir creciendo y expandiendo sus raíces—anclándolas en el suelo de Su amor y gracia.
Sean bendecidas en esta estación de invierno, amigas. Dejen que Dios haga lo que necesita hacer en lo invisible, para que estén listas para lo que Él ha planeado cuando llegue su primavera. Encontrarán seguridad, paz y consuelo mientras habitan al abrigo del Altísimo, dejando que Dios obre todas las cosas para su bien.
No hay desperdicio en la espera. Ten fe en el proceso.
Con bendiciones mientras permites que Dios obre en lo invisible,
Susie y el equipo del Club de Ayuda para Mamás
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