“Den gracias al Señor, invoquen su nombre; den a conocer sus obras entre las naciones.” Salmo 105:1 (NVI)
Elizabeth Elliot, misionera y escritora, dijo:
“Aceptamos y damos gracias a Dios por lo dado, no dejando que lo no dado lo eche a perder.”
Cuando agradecemos a Dios, cosas tremendas suceden. La gratitud revela nuestro corazón. Es una muestra de humildad y amor hacia lo que el Señor nos ha dado, e incluso por aquello que quizás nunca nos dará. Ser agradecidas es desprenderse del “yo” y apreciar el corazón generoso de Dios. La gratitud debe ser genuina, sincera, y debe fluir desde nuestro interior, aun en las cosas simples de la vida.
Una mujer agradecida es un canal por donde puede fluir la fragancia de Cristo. Cuando estudiamos la Palabra de Dios, descubrimos tantas verdades, y una de ellas es que Dios nos ha dado todo. ¡Absolutamente todo! ¿Cómo no vamos a apreciar su cuidado y amor?
Como vimos en los devocionales de esta serie, “El Aroma de Cristo”, Dios quiere que disfrutemos de todas las bendiciones que nos ha dado. Y al disfrutarlas y procurar compartirlas, mostramos que somos agradecidas. El Señor quiere que nos enfoquemos en Su amor, Su perdón y Su provisión. Quiere que fijemos los ojos en Él y no en nuestras circunstancias o emociones. ¡Quiere que seamos el aroma de Cristo!
Y es a través de pasar tiempo a sus pies, leyendo su Palabra, sometiendo nuestro corazón y buscando en oración cada día la llenura de Su presencia, que encontramos paz, fluye el amor, fluye el perdón, se despierta la generosidad, y brota la obediencia. Vivir una vida de adoración y agradecimiento desprende el aroma de Cristo en nosotras. Independientemente de las circunstancias, ser agradecidas mueve la mano de Dios a nuestro favor.
Amadas, Dios desea que guiemos a nuestros hijos a ser llenos del Espíritu Santo también. La Palabra de Dios es clara y sencilla. Debemos ser creativas, intencionales y decididas en guiarlos a Cristo, no solo con palabras, sino con nuestra vida misma. Queremos que nuestros hijos nos recuerden como una mamá genuina en su caminar con Dios, como una mujer virtuosa.
Quizá no te sientes cerca de serlo, pero Dios quiere esparcir virtud sobre ti y sobre mí hoy. ¿Recuerdas a la mujer que tocó el borde del manto de Jesús? La encontramos en los libros de Mateo, Marcos y Lucas. Estaba débil, enferma desde hacía doce años, cansada, quizá estresada, incluso deprimida. Abrumada por la presión de la sociedad. Pero hizo lo impredecible, lo inesperado: se abrió paso entre la multitud de circunstancias, de argumentos y de personas. Y recibió del mismísimo Hijo de Dios una descarga de virtud en su vida. Fue sanada en ese mismo instante.
Amigas, ese es el Dios que servimos: lleno de amor, gracia y misericordia. No tenemos que hacer grandes ritos ni sacrificios. Jesús lo dio todo en la cruz.
Les dejo con esta verdad:
2 Corintios 2:14-15 dice:
“Sin embargo, gracias a Dios, que en Cristo siempre nos lleva triunfantes y, por medio de nosotros, esparce por todas partes la fragancia de su conocimiento. Porque para Dios nosotros somos el aroma de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden.”
De Dios brota bendición hoy. Él quiere llenarnos, quiere esparcir Su presencia sobre nosotras. Esto es hermoso, un gran privilegio, una bendición y también una gran responsabilidad.
Con cariño,
Paola Ajanel y el Club de Ayuda para Mamás
Preguntas para reflexionar
-
¿Hay algo o alguien por lo que te cuesta ser agradecida con Dios?
-
¿Estás enseñando a tus hijos a ser agradecidos?
Ideas llenas de fe
Consigue notitas adhesivas para colocar en el refrigerador.
Cada día, al reunirse a desayunar en casa, da la oportunidad a un miembro de la familia de declarar algo por lo que está agradecido a Dios ese día. Escribe ese motivo en una notita y pégala en el refrigerador, para que todos puedan meditar en ella durante el día.
Antes de acostarse, pregúntales a tus hijos si ese motivo de gratitud les ayudó en su jornada.
Ten preparados algunos versículos bíblicos que refuercen el valor de la gratitud para nutrir sus corazones con la Palabra de Dios.
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