El aroma de Cristo: Seamos fragancia de amor

“Por tanto, imiten a Dios como hijos muy amados y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios”.  Efesios 5:1-2

No necesitamos hacer muchas cosas para disfrutar del amor de Dios.
De hecho, si observamos bien, estamos rodeadas de Su amor, tanto física como espiritualmente.

En el libro Pies de ciervas en los lugares altos, la autora Hannah Hurnard nos lleva por un hermoso relato en el que el Rey Pastor (un personaje que representa a Jesús) rescata a una joven llamada “Miedosa” de una vida de soledad, dolor y rechazo. En uno de los capítulos, la autora menciona las florecitas silvestres que pasan desapercibidas por todos, menos por Dios. Estas pequeñas flores adornan los campos y valles alrededor del mundo, como una alfombra de colores suaves y alegres. Desprenden su aroma y su belleza solo para Él, y ese es su propósito: existir para glorificar a Dios.

Si alguna vez has tenido la oportunidad de ver una flor silvestre en medio de la ciudad, rompiendo el pavimento y apareciendo donde no lo esperas, ahí está la mano del Señor mostrándote una ilustración de Su amor: una fuerza poderosa que se abre camino en la adversidad y muestra lo mejor de sí. Son en esos pequeños detalles —si los miramos con los ojos de Dios— donde podemos encontrar propósito, gozo, y una profunda invitación a amar.

La Palabra de Dios, en 1 Corintios 13:4-8 (NVI), nos dice:

“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso, ni presumido, ni orgulloso.
No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.
El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad.
Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor jamás se extingue.”

Cuando leemos este versículo tan específico sobre lo que el amor no busca para sí mismo, podría parecer que es una postura de debilidad. Pero el versículo 13 del mismo capítulo declara:

“Ahora, pues, permanecen la fe, la esperanza y el amor. Pero el amor es lo más importante.”

Otras versiones dicen: “el mayor de ellos es el amor”. Esto se debe a que el amor da propósito a todo. La mismísima esencia de Dios es amor. Y ese amor desarma, conquista, transforma y libera.

¡Cristo es la máxima demostración del amor de Dios! Su muerte en la cruz es el regalo de gracia que nos dio el Padre Celestial. Dios ya tomó la iniciativa y nos ha rodeado de amor. Nos ha dado propósito, Su Espíritu nos guía a la verdad, y nos hizo a Su imagen y semejanza.

No es difícil amar, es parte de quienes somos.
Somos seres con la capacidad divina de amar. Y cuando pasamos tiempo con Dios, cuando le permitimos moldearnos, nuestra vida entera desprende el aroma de Cristo —el aroma del amor.

Pidamos al Espíritu Santo discernimiento para percibir Su amor aún en lo cotidiano:
un pajarito cantando en tu ventana, la sonrisa de tu bebé, el agua clara que bebes, el abrazo de una amiga…

El evangelista Henry Drummond dijo:

“Donde está el amor, está Dios.”

Amadas, enseñemos esta verdad a nuestros hijos. Cuando vivimos llenas del amor de Dios, los demás lo perciben. Pero sobre todo, Dios lo percibe. Él se agrada… y surge una sonrisa en Su rostro.

Con cariño,
Paola Ajanel y el equipo del Club de Ayuda para Mamás


✨ Preguntas para reflexionar

  • ¿Te gustaría que en tu hogar fluya la fragancia del amor?

  • ¿Existe en tu casa un ambiente de bondad, empatía, templanza y cuidado mutuo?


🌷 Ideas llenas de fe

  • Ora y pídele al Señor que te muestre si hay personas a las que te cuesta amar. Escribe en tu libreta devocional, cada día por dos semanas, una pequeña oración por esa persona.
    Medita en la Palabra y entrégale al Señor tu falta de amor por ella.

  • Organiza una dinámica en casa con tu familia:
    Cada miembro debe tener una tarjetita y escribir tres cosas que ama de la persona a su derecha. Luego, repetir el proceso para la persona a su izquierda.
    Al terminar, cada quien firma su tarjeta y se la entrega a la persona correspondiente. Si tus hijos no pueden escribir, hazlo por ellos mientras lo dicen en voz alta.

  • Busca versículos que hablen del amor de Dios y del amor entre nosotros. Anímalos a memorizar uno según su edad. Pueden incluso decorar una tarjeta con el versículo para colocar en un lugar visible.


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Raquel Brenes
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